segunda-feira, 28 de dezembro de 2015

Santos inocentes, que no son de broma

Muchos ignoran, porque no se han parado a pensar siquiera en el nombre de esta fiesta, que su origen es precisamente "inocentes", no por tontos, sino por débiles, desprotegidos, vulnerables. Son los niños que asesinó cruelmente Herodes con la intención de acabar con Jesús. Inocentes por tanto los pequeños, también sus familias que vieron cómo en la noche los soldados les arrebataban estas nuevas vidas.
A esos gobernantes que andan peleando por convertir en "laicas" algunas fiestas muy, muy cristianas, y que van de defensores de la solidaridad y la justicia, les animaría a mirar mejor el sentido de este día. Si quieren hacer algo bueno cambiando tradiciones, aquí tienen una brillante oportunidad para hacerlo. Pero contra el opio del pueblo, contra el pan y circo, pocos se atreven. Mirad este día.
Lamentablemente, hacemos broma de todo y jugamos con todo. Este humor nada tiene de sano cuando usa la memoria, para destruirla y velarla, de la barbarie. Es como si socialmente no se quisiera reconocer públicamente la existencia del agredido, de la víctima, y se jugase con ella de forma impía. En lugar de hacer memoria, dolorosa memoria de semejante atrocidad, volvemos la espalda a quienes fueron asesinados.
Por si fuera poco, esta fiesta no es ajena en sus raíces a nuestro mundo en nuestro presente. Los datos sobre niños víctimas del hambre -que es una cara más del egoísmo y la insolidaridad- son escandalosos y rebajan a Herodes de rey a simple peón. Los niños que viven sin padres, huérfanos de facto vagando por las calles de numerosas ciudades y condenados a luchar tempranamente por sí mismos, son imagen a la que nos "vamos haciendo". Encajamos igualmente en sociedades modernas fenómenos como "la depresión infantil", o niños y jóvenes acomplejados con su cuerpo, cargando duros complejos, sufriendo la mala educación de su entorno, socialmente aislados, marginados, cuando no agredidos en sus entornos más cercanos. La pederastia, prostitución infantil, trabajo infantil van de la mano con la esclavitud, que conocemos y de la que hay cifras incluso porque parece preocupar, sin que seamos capaces de poner ningún remedio eficaz. Que estén sin escuela, que para mí es casi-sagrada, me parece que es un ligero mal en medio de un mundo que alaba la infancia sin saber cuidar de ella, que permite que se le escape de sus manos. Y una larga lista de maltratos, de dignidad robada, de amor negado, de heridas profundas, de indiferencias...

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