La marca personal no es algo nuevo, ni algo que se construya de repente. Todos tenemos nuestra propia marca, queramos o no, y seamos o no conscientes de ella. La marca es la huella que dejamos en los demás, cómo nos recuerdan y qué dicen de nosotros. Cada vez que alguien busca información sobre ti lo que encuentra es parte de tu marca digital, es decir, lo que hayas escrito, la información que aparezca en las redes sociales o en los medios, las imágenes en las que te hayan etiquetado, las que muestra Google, o lo que digan de ti...
Todo ello genera un conjunto de percepciones sobre ti como persona, tu capacidad profesional, tus cualidades personales e incluso tu valía como ser humano. Todo el conjunto de percepciones que tiene el resto de personas sobre ti constituye tu marca personal. Se puede intentar descubrir cómo es esa marca, qué huella está dejando, y qué dice la red ti, o bien se puede ignorar y no trabajar sobre ello. No tiene sentido ignorarlo, lo lógico es utilizarlo a nuestro favor, como herramienta de trabajo.
Desde la red podemos demostrar el dominio en determinadas materias, así como posicionarnos en aquellos temas en los que somos expertos o especialistas. Sirve de escaparate de nosotros mismos, es un amplificador de nuestra personalidad. Cuanto más sinceros y consecuentes seamos, más creíbles seremos y más trascenderá en nuestra reputación y huella digital.
“Si no estás en Google no existes”. Se ha de vigilar la marca personal en la red para poder posicionarla de acuerdo a los intereses que se tengan. La presencia en internet no es una recomendación, sino una obligación a la que pocos pueden renunciar. La proyección pública que proporciona internet tiene un enorme potencial a la hora de compartir contenidos y de llegar a otras audiencias y, gracias a la cual, se construye la credibilidad necesaria para que aparezcan oportunidades personales o profesionales.
Conseguir una identidad digital requiere esfuerzo y mucha dedicación, pero, sobre todo, capacidad para diferenciarse y aportar valor añadido en un contexto donde abunda la información y donde se han multiplicado las fuentes y los agentes productores de contenido.
¿Cómo creo mi marca? Siendo consecuente, mostrando lo mejor de nosotros mismos. Hay que tener un nombre único que nos identifique, debemos mostrar una imagen actual a través de una buena fotografía, tenemos que dedicarle tiempo a preparar una “bio” o presentación en menos de 160 caracteres sobre quiénes somos y qué ofrecemos. Además en cualquier red hay que ser activos de forma constructiva, publicando contenidos que cumplan con nuestros objetivos como persona, con los valores y ética personal que nos caracterice. Las personas con las que nos relacionemos (a quién sigues o quiénes son tus contactos) también te definen: dime con quién vas y te diré cómo eres.
Todos tenemos hoy un alto potencial con nuestra propia marca, nuestra identidad digital nos beneficia a la hora de labrarnos una reputación. Nos identifica tanto nuestras actuaciones en la vida real como lo que publicamos en las redes, estas hacen de amplificador, los profesionales que saben sacarle partido están encontrando el vehículo ideal para el contacto con el público, nuevas fuentes, compartir conocimiento, ampliar la difusión, conocer su parecer y hacer que la información fluya. Hay que predicar con el ejemplo.
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