domingo, 31 de janeiro de 2016

Obras de misericordia


MISERICORDIA
He estado leyendo el discurso que el Papa ha dirigido este viernes a la Congregación para la Doctrina de la Fe (A los participantes en la Plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe). Tenemos la suerte de que las palabras de Francisco son de una claridad meridiana. Uno no necesita elucubraciones ni interpretaciones sobre el fondo, ni acudir a un diccionario para poder sacar algo en claro. Hable a quien hable, se dirija a quien se dirija, no hay lugar a dudas; cualquiera puede entenderlo.
De dicho discurso ha habido un párrafo que me ha cuestionado de manera especial:
¿Cómo no desear entonces que todo el pueblo cristiano –pastores y fieles– descubran y pongan en el centro, durante el Jubileo, las obras de misericordia corporales y espirituales? Y cuando en el ocaso de la vida, se nos preguntará si hemos dado de comer al hambriento y de beber al sediento, también se nos preguntará si hemos ayudado a las personas a salir de sus dudas, si nos hemos comprometido a recibir a los pecadores, advirtiéndolos o corrigiéndolos, si hemos sido capaces de luchar contra la ignorancia, especialmente la relativa a la fe cristiana y a la vida buena. Esta atención a las obras de misericordia es importante: no son una devoción.”
Me ha cuestionado a mí mismo porque a veces uno puede tener la tentación, o la sensación, de caer en una suerte de activismo obviando o dejando de lado la parte espiritual, transcendente. De ser esa sensación real o en caso de caer en esa tentación, estaremos ninguneando, desatendiendo, la parte central de nuestro ser que es precisamente la transcendente, el quid. Francisco me ha recordado, una vez más, a San Alfonso Mª de Ligorio que se fijó en los más pobres, los más abandonados, “los más necesitados de auxilios espirituales…”.
Me ha cuestionado porque muchas veces uno puede tender a considerar las obras de misericordia como una devoción más. Lo deja claro, no son una devoción. Pue tengámoslo no solamente en cuenta, pongámoslo en práctica. También en las redes. Las obras de misericordia NO son una devoción. Y son catorce, siete espirituales y siete corporales:
Obras de misericordia espirituales:
1) Enseñar al que no sabe
2) Dar buen consejo al que lo necesita
3) Corregir al que se equivoca
4) Perdonar al que nos ofende
5) Consolar al triste
6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
7) Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Obras de misericordia corporales:
1) Visitar a los enfermos
2) Dar de comer al hambriento
3) Dar de beber al sediento
4) Dar posada al peregrino
5) Vestir al desnudo
6) Visitar a los presos
7) Enterrar a los difuntos


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