Los jóvenes siempre han
tenido sus momentos de distancia, de separación, y han necesitado ese tiempo
de soledad para replantearse su vida y resituarse en ella. Es esencial, dicho
de otro modo, ese movimiento de ruptura que les pone frente a sí mismos, y les
sitúa en búsqueda. De algún modo, lo que los adultos y personas más cercanas
pueden percibir con enorme conflicto, se convierte en un privilegio
evolutivo, en una oportunidad, en una exigencia de nuestra propia naturaleza.
En otro tiempo esa soledad
exigencia, trágicamente vivida en no pocas ocasiones, era auténtica soledad,
sin nadie, en el propio cuarto, en la habitación cerrada al resto del mundo y
no sólo a la familia. En esa soledad se fraguaban reflexiones intensas,
hondas, sobrecogedoras; se formulaban preguntas radicales sobre la
existencia, el planeta, las relaciones, el futuro, el sentido; se constituía
la propia personalidad al tiempo que se abría paso en medio del bosque en el
que se sentía perdido. Pero todo aquello ha cambiado. Las nuevas tecnologías,
accesibles en todo momento pero disfrutadas especialmente por los jóvenes en
esos tiempos, transforman ese proceso de búsqueda.
Algunos se preguntan por
qué los jóvenes son tan sinceros, abiertos, cuentan tanto en la red de sí
mismos, de su momento, de lo que viven, de lo que sienten. Y la respuesta es
de lo más sencilla: narran aquello por lo que están pasando, su
reflexión se ha hecho compartida, y en cierto modo también vulnerable de esa
manera a las opiniones de los demás, a sus criterios, a sus presiones y
represiones.
Esta necesidad de
construcción de sí mismos, un tanto a espaldas de todo cuando no contra
todos, es en gran medida lo que creo que les ha empujado a espacios más
íntimos y personales como las efímeras redes sociales, especialmente
Snapchat. En ellas regulan quién sí y quién no, de forma total y absoluta,
siendo más dueños que nunca de sus propios contenidos y con una gran
sensación de control y domino. Es su nuevo cuarto para hablar, expresarse,
contar, vivirse y descubrirse. Eso sí, usan más que nunca los ojos de otros
en esta tarea imprescindiblemente humana.
No están solos, aunque te
lo parezca. No están mirando el mundo, aunque te lo parezca. Viven a través
de su móvil en compañía de aquellos que van eligiendo, a los que escuchan y
de quienes están pendientes. Se miran a sí mismos, procuran conocerse,
quieren conocerse. Y lo hacen tecleando lo que son.
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SALVE DEUS! FAÇAM O FAVOR DE SEREM FELIZES. COMAM E BEBAM; A MESA ESTÁ POSTA! SALVE DEUS
sexta-feira, 22 de janeiro de 2016
Jóvenes lejanos, accesibles digitalmente
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