sexta-feira, 22 de junho de 2012

Año Nuevo Aymara




El solsticio de invierno y su significación

¿Qué es Noël?

Noël es, ante todo, la noche más larga y el día más corto del año. Es la fiesta del solsticio de invierno, celebrada (bajo diferentes nombres) por nuestros ancestros, y a su vez, por los ancestros de nuestros ancestros, desde hace milenios.

Esta fiesta está perfectamente integrada en nuestra cultura, y nada ha podido desenraizarla. Es la imagen misma de la eternidad. Es una fiesta espontánea, casi instintiva. En ella se puede ver la imagen de un símbolo fundamental: la alternancia de los contrarios.

La fiesta de la familia

Por oposición al solsticio de verano cuya celebración es más “abierta”, la fiesta del solsticio de invierno es más “cerrada”. Es ante todo la fiesta de la familia, lo cual denota la influencia evidente de la estación: cuando hace frío los hombres se reúnen y se aprietan alrededor del fuego.

Pero la palabra “familia” puede entenderse en sentido amplio: clan –comunidad, familia espiritual (los que comparten lazos comunes). Así, en razón de este aspecto “cerrado”, íntimo, Noël implica el recogimiento, la dulzura, el don de sí.

Momento en el que todo se detiene

La naturaleza parece recobrar su hálito. No se sabe si el sol volverá. Los procesos de vida han ralentizado su curso. Noël, fiesta de la esperanza y de la inquietud.

Los hombres sustituyen al luminoso astro que no les alumbra, se reúnen para “ayudarle” a retomar su punto de partida.

Una antigua tradición quiere que durante los doce días nada “gire” (que la rueca no hile, que no se lave la ropa).

El sentido simbólico de este “descanso anual” es claro. Se trata de hacer volver sobre sí mismo, de hacer un balance, un examen de conciencia, para recomenzar, como el sol, hacia un nuevo año.

La fiesta de lo que recomienza

Entre lo que se cierra y lo que se abre. La certidumbre del eterno retorno: lo que fue, será; lo que ha sido, volverá. El pasado es la memoria del futuro.

Pero ese retorno no es una simple repetición. Al igual que la tradición es un “molde” para las innovaciones, del mismo modo todo cambio tiene en el interior una estructura idéntica.

El pasado da ejemplos más que modelos, es siempre el mismo sol y nunca es el mismo. Es siempre el mismo hombre pero no son nunca los mismos hombres.

La fiesta del recuerdo

Porque justamente todo regresa, es necesario acordarse de aquellos que nos han precedido antes de este solsticio, otros solsticios han tenido lugar.

Solsticios alegres, pero también tristes, solsticios de bosques profundos, de combates, de pena, de angustia.

Acordarse de los ancestros, sin los cuales no existiríamos. Y también de los ausentes, de los desconocidos. Acordarse, en fin, de los muertos y de los que aún no han nacido.

La fiesta de lo que no muere

En la noche todo parece negro, sin vida. Pero la noche es también promesa. Esta promesa es su verdad profunda, pues bajo los hielos la vida se presta a renacer, las plantas a crecer, los arroyos a correr.

Todo un renacimiento se prepara en secreto. Del invierno renacerá no sólo la próxima primavera, sino miles y miles de primaveras que le seguirán, y que le permitirán ser una promesa de luz en lo más negro de la noche.

El Mañana

Nuestra época entera es un invierno. No vivimos una página luminosa “solar” de nuestra historia, sino una página sombría, negra y helada. Vivimos el “invierno del pensamiento”. Llamamos a la primavera renovación.

En Noël se festejan los “siempre verdes”. Los árboles que pueden permanecer siendo ellos mismos, continuar siendo cuando se suceden las estaciones y los otros perecen. Seamos nosotros también “siempre verdes”. Sepamos permanecer inalterables y evolucionar al mismo tiempo. Seamos el símbolo viviente de certidumbres reencontradas. El sol volverá.

Año aymara 5520

El año aymara comienza el 21 de junio, en coincidencia con el solsticio de invierno o “reinicio del acercamiento” del sol a la tierra y con el inicio de un nuevo ciclo agrícola (nueva época de siembra).

Para el mundo aymara, el año 5.520 se explica en el desembarco de los españoles en América, en 1492, cuando comienza un período de regresión, resistencia o la “era del mundo al revés” o desequilibrio.

El 21 de junio de 2012 comienza el año 520 de la quinta era (una era es igual a 1.000 años). El calendario aymara tiene 13 meses y un día durante 3 años. El cuarto año tiene trece meses y dos días, que están exactamente calculados en los 49 coloridos cuadros que componen la, cada vez más popular, whiphala o bandera indígena.

Este cálculo de los años proviene de un estudio realizado en Cuzco (Perú), sobre la base de la teoría del arquitecto peruano Milla Villena, quien a su vez basó sus estudios en las ruinas de Cuzco (método que también tenían los egipcios) para marcar el tiempo.

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